Voleibol publicitario | Voleibol personalizado

El balón de voleibol personalizado es un producto técnico sometido a restricciones de construcción precisas, donde la calidad del marcado depende directamente del material de superficie, del método de ensamblaje de los paneles y de la curvatura del soporte. El marcado se realiza en tampografía o en serigrafía, a veces en transferencia térmica para los balones de PU, en uno de los 18 o 20 paneles cosidos o termosellados que componen la superficie. Las zonas más adecuadas son los paneles laterales, no estriados, de aproximadamente 60 × 40 mm, con un relieve moderado que permite una impresión estable sin borrones. El balón mide estándarmente de 65 a 67 cm de circunferencia, con un peso entre 260 y 280 g, conforme a las normas FIVB. El revestimiento exterior es de PVC flexible o de poliuretano (PU) microfibra según la gama: el PVC es más económico pero ligeramente pegajoso al tacto; el PU, más sedoso, asegura un mejor confort de juego y una reducida absorción del sudor. La estructura interna incluye una vejiga de butilo o de látex, enrollada con hilo de poliéster o nylon para mantener la presión y asegurar un rebote estable. La válvula de aire, colocada en un panel centrado, es autoobturante, con un diámetro interior de 2,5 mm, y un roscado resistente a más de 1 000 inflados. El balón puede ser cosido a mano (costura visible en relieve), a máquina (puntos regulares incrustados) o termosellado (uniones lisas invisibles): este modo de fabricación influye directamente en la precisión del marcado, especialmente en las zonas cercanas a las costuras. Se recomienda una presión de 0,29 a 0,32 bar al inflar, con un manómetro, de lo contrario el marcado puede deformarse o agrietarse bajo tensión. La superficie impresa debe haber sido previamente limpiada y desengrasada antes de la impresión para evitar cualquier desprendimiento con el tiempo. La duración del marcado depende de la intensidad de uso: en uso escolar o de eventos, el visual permanece legible durante varios meses; en club o competición, se observa un desgaste más rápido en contacto con los suelos de madera o la arena. Algunos modelos, pensados para el exterior, reciben un tratamiento anti-UV y una superficie granulada para mejorar la adherencia en manos húmedas. El peso debe permanecer constante incluso después de 100 ciclos de juego; una mala vejiga provoca una variación de masa o un desequilibrio en la trayectoria. Las costuras deben resistir a una tensión repetida de 50 kg/cm, sin ruptura ni deformación. Un balón mal calibrado presenta un rebote irregular, una presión que cae después de 48h, una válvula que gotea o un panel que se levanta. Un buen balón, en cambio, mantiene su forma, conserva su peso, ofrece una trayectoria estable y una superficie de marcado bien posicionada, sin distorsión, incluso inflado a plena presión. El balón de voleibol personalizado no soporta el ‘más o menos’: el centrado del logo, la nitidez del entintado, la homogeneidad de los paneles, la calidad del ensamblaje deben todos converger para garantizar un producto tanto jugable como legible.